domingo, 10 de abril de 2011

Comentario del Capítulo 20


Estas son las preguntas que te sugerimos correspondientes al capítulo 20:
  • Empieza el capítulo hablando del lenguaje de las campanas. ¿Sabes algo sobre dicho lenguaje?
  • ¿Has tenido alguna vez la misma sensación de Daniel, el Mochuelo, a quien "le dolía que los hechos pasasen con esta facilidad a ser recuerdos; notar la sensación de que nada, nada de lo pasado, podría reproducirse"?
  • En todo este capítulo, Daniel está reprimiendo sus ganas de llorar. ¿Crees que es bueno reprimir el llanto en momentos así o es mejor dejar fluir las emociones?
  • ¿Cómo interpretas el gesto de Daniel de lanzar la moneda, esa que guardaba para comprarse alguna golosina?

4 comentarios:

  1. Nací a la sombra de El Miguelete, conocía y disfrutaba del sonido de las campanas. Podía diferenciar lo que transmitía cada toque, su función era esa. A fiesta, gloria, muerto, oración incluso a fuego. Mi pueblo está en un valle, las campanas se oían desde la montaña, a pesar de separarlas unos Km. de ellas, dado el silencio que había. Los conciertos de campanas me parecen preciosos.
    Lo bonito es poder recordar las vivencias que has tenido, lo pasado está hay que disfrutar del presente. A los niños se les educaba para no llorar, eso es malo, tienes que sacar tu estado de ánimo, tan sano es reír como llorar. No le dio vergüenza entregarle a su amigo, aunque se la quedó D. José que era un santo, la única moneda que tenía, era como compartir con él la golosina.
    c.l.f.

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  2. -No sé nada del lenguaje de las campanas y la verdad es que lo siento en el alma, porque me encanta el sonido que tienen cuando las tañen.
    -No es una sensación. Para mí fue una realidad. Cuando murió mi madre y mi hermano, las cosas pasaron de “hacemos “a “cuando hacíamos”. Pero el presente y el futuro siguen y hay que mirar hacia delante siempre.
    -Nunca, en ningún momento es bueno reprimir el llanto. Ya sea por alegría o pena, siempre, siempre hay que dejar que el llanto fluya y limpie el estado de ánimo, (Nunca he soportado cuando dicen “venga no llores”) Cuando alguien tiene ganas de llorar hay que dejarlo que llore y acompañarlo hasta que se desahogue.
    -Con esa moneda Daniel, el Mochuelo, paga su deuda a Germán, el Tiñoso: pues las perdices al volar hacen y no .
    A.H.M.

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  3. Cuando me ha pasado algo malo, he sentido la lucha entre hacerlo durar y el deseo de olvidar, la casi vergüenza de sentirme alegre cuando creía que mi deber era estar triste, y el sentimiento de culpa de que el dolor se convirtiese en sombra de sí mismo; y por supuesto no creo que sea bueno reprimir las ganas de llorar, es sano desahogarse, sobre todo si hay un hombro amigo en el que apoyarse.
    M.J.

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  4. Las personas que, como yo, siempre nos hemos criado en la ciudad, desconocemos casi todo lo que rodea al lenguaje de las campanas. Lo más que conocemos es el tañido que lleva a las horas, los cuartos y las medias y eso como mucho. En mi caso todo lo que sé de ellas es debido a la lectura y poco más, así que sólo puedo imaginar los tañidos según lo leído. En las ciudades se pierden tantas cosas...

    Daniel reprime el llanto por la muerte de su amigo. Es una sensación muy triste perder a un amigo y el tener que reprimir el llanto también. En el mundo de los adultos quizá sea por convenciones sociales, y quizá en ese campo las mujeres lo tenemos un poco más fácil; no está mal visto que una mujer llore. Afortunadamente cada vez menos lo está que un hombre lo haga, aunque aún quedan muchos prejuicios. Pero en los niños, en el caso de Daniel, se juega su pequeña “hombría”, y es tan triste...
    C.V.

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